sábado, 15 de noviembre de 2008

La visión trágica a partir de Homero



Esa visión platónica representa ya no un mundo vivido a manera de la
Ilíada o de la Odisea del siglo VIII a.C. y siguientes. Se opone claramente a los enunciados más propios de la cuestión homérica. Esta directriz interpretativa que hallamos en Homero, aquella que relata en parte la perspectiva trágica de la existencia humana, está subyugada a la merced caprichosa de la esfera divina.

La esfera divina está caracterizada por los dioses, representando Zeus el máximo poder actuante. Pero en esta esfera no encontramos tan sólo a los dioses griegos que intervienen en las vidas mortales. Además de estas figuras, lo divino tiene que ver también con la idea que se tiene acerca de la muerte (
kEr), de la porción que le toca en vida (aisa), del destino (oitos, moira) *. Así, la esfera divina está movida tanto por figuras divinas actuantes, como por un hilo conductor de eventos debidamente distribuido a cada ser humano en su vivencia.

¿Cómo definir la mentalidad trágica de los griegos?

Podríamos caracterizarla como apegada a un sentimiento de fatalidad. La fatalidad tendríamos entonces que reconocerla a partir de cómo los mismos griegos la nombran.

En la
Ilíada encontramos simples expresiones que delatan una profundidad sufrida a la hora de entender la existencia. Como primer punto, vale la pena señalar que el vocablo destacado arriba, oitos, es un concepto que además de expresar la idea del destino, presenta como posibles acepciones aflicción, sufrimiento, infortunio, desventura, calamidad... Una misma palabra conglomera en su significación una caracterización de la vida y de su devenir a partir de una mentalidad trágica, asociada invariablemente con el dolor y la desgracia. Curiosamente, aquello con lo que se puede nombrar el destino o el fatum que necesariamente debe de ocurrir, nombra también el sufrimiento, identificando el fatum con la calamidad. Así, parecen ser sinónimos, lo cual nos permite suponer que pensar en un destino irrevocable es homólogo a pensar en adversidad.

Esta suposición se sostiene en tanto que Homero describe a la porción que le ha tocado al ser humano en vida, a la muerte y al destino como
negros (melaina) o sórdidos (kakon). Así, la existencia o el vivir están pintados con un efecto sombrío. Está asociada por medio de estos adjetivos a un incidente pesado, que cargan los humanos sobre sus espaldas sufridas.

Lo malvado y lo oscuro exponen un reflejo taciturno de interpretar la vida. Estos epítetos nos delatan un entendimiento del acaecer humano visto a través de un ojo dolido. La existencia es dañina en su vivencia total. Esto porque la vida y sus acontecimientos están inscritos en un fluir paradójico que se desenvuelve en desdicha, tribulación y falta de control sobre éstas. La vida se resume en desventuras y en impotencia.

Además de concebir la vida y sus acontecimientos como sórdidos y malvados, puesto que producen vanas confusiones e inútiles descontentos, hay dioses superiores y poderosos que existiendo por encima de los hombres, determinan su vivencia mortal. El griego es en gran parte ajeno frente a su propia existencia. Sus pésames son impuestos por estos seres ontológicamente superiores.

Pero a mí sufrimientos el Crónida Zeus portador de la égida ha dado, el cual me lanza a través de irremediables dispustas e injurias.
Ilíada, II, 375-376


Zeus es ilustrado por Homero como el más fuerte de los dioses olímpicos: su poderío es el más excelso (II, 118); es el dios padre, el Crónida sobrepoderoso (II, 350), Zeus el más honorable, el mejor, el de las nubes negras, el que habita en lo alto (II, 413). A él lo respetan gravemente el resto de los dioses, pues su poderío sobresale entre todos: los dioses todos al mismo tiempo se levantaron de los asientos en presencia de su padre; ninguno osó permanecer {sentado} ante el que se acercaba, sino que todos al encuentro se pusieron de pie (I, 533-535).

Además, Zeus es el padre del destino, aquel que con solo asentir su cabeza, lleva a cabo aquello que se propone: pues ninguna de mis señales es inconstante ni falaz ni incumplida, lo que con la cabeza aprobase (I, 526-527). De tal manera, cuando Zeus aprueba el acaecer de algún evento, inevitablemente el griego lo sufrirá, pues le ha concedido su oitos. Tal es el caso cuando Zeus concede a la madre de Aquiles su apoyo contra los Aqueos en favor de su hijo irrespetado (Libro I).

No son sus decisiones de manera alguna flexible, sino que éstas no son ni mutables ni revocables. Su señal de asentimiento signifca para los griegos el curso necesario de la aisE. Lo más trágico es, quizá, su inevitabilidad. Así, Zeus es el dios padre por excelencia, sin el cual nada acaece y gracias al cual todo debe darse. Por esto mismo es para los griegos que: Oh Zeus padre, ninguno otro de los dioses es más funesto que tú (III, 365).

Zeus representa, a manera de una sinécdoque, aquella insuficiencia humana para dominar el transcurso y los hechos de la vida propia. Personifica junto a los demás ese dominio ajeno que agobiaba a los griegos. El Crónida y el resto de los Olímpicos tienen una superioridad ontológica respecto de los humanos porque son inmortales. Siendo de inagotable duración, los mortales están dominados por ellos y siendo el caso, no pueden más que someterse a sus intervenciones. El ser humano no parece ser responsable ante su destino.

Lo vemos en las palabras de los personajes míticos. Acerca de la inminente guerra que destruirá a Troya, Príamo afirma a la amante de Paris, Helena, que

de ninguna manera eres para mí {la} causa (aitíE) , pues los dioses son para mí reponsables (aitioi), los cuales me precipitaron contra una guerra causa de muchas lágrimas de Aqueos.

III, 164-165

En esta frase encontramos aquella actitud griega que encarga la culpa del llanto y de los lamentos a los dioses. Tal perspectiva presenta a los dioses como aquellos que disponen de su interés en las vidas de los humanos, por lo que las molestias que agobian a los mortales son rastreadas al deseo de las divinidades. Los humanos no son los responsables ni las causas de las aflicciones más terribles que les acaecen, sino, como Príamo afirma con dureza, son las divinidades las que les arrojan y distribuyen tales adversidades.

El ser humano está inmerso en una realidad que le es, hasta cierto punto, ajena. En su existencia intervienen fuerzas que lo lanzan a través de caducas injurias y padecimientos. La perspectiva trágica se hunde en las raíces del acaecer, donde la vida no le pertenece de manera absoluta al ser humano que la vive cotidianamente. El transcurso de la vida humana está inscrita en un plano conformado por el juego entre lo divino y lo mortal (cf. Heráclito y la Tragedia, en próxima disertación).

Esta es, a grandes rasgos, una definición general de la mentalidad trágica de los griegos a partir de Homero.

***

Sin embargo, Platón no reproduce tal mentalidad trágica. Escribe, incluso, que:

El que escoge {su destino} tiene responsabilidad (aitía);
la divinidad no es culpable (anaítios)**
La República, X, 617

He aquí una búsqueda por revolucionar la cultura oral que impregnó la interpretación existencial de los griegos.

He aquí, la antítesis de la visión trágica...


* Aún no conozco la manera de transliterar los términos griegos con los signos adecuados, mis disculpas. Por el momento, la 'E' representa la "eta" griega.
** Toda traducción de los textos griegos presentados es propia.

9 comentarios:

iNEXTERiUS dijo...

Me parece muy interesante este punto de vista como línea de investigación. La visión trágica que rastreás hasta Homero está todavía en Anaximandro (para quien "las cosas" tienen que expiar su culpa en este mundo de incesante nacer y perecer)y también en Heráclito (que ve el mundo como gran un esenario en perenne movimiento -una constante actividad de la que no es posible escapar: destino). Pero ¿qué los hace trágicos a ellos a diferencia de Platón? ¿Qué queda de Homero en ellos si no la inescrutabilidad del Destino, la asunción de la muerte como parte de la vida? Creo que lo que hace a Platón un filósofo no-trágico es su creencia en el terreno firme del logos, del cual se excluye la intervención "divina". Quizá sea a partir de acá que comienza el movimiento imparable del fenómeno que hoy llamamos Occidente. Sólo un pensamiento...

paoravasio dijo...

Querida maca,
creo que lo primero que vale la pena reconocer es que claramente la perspectiva trágica del siglo VIII a.C. persiste en los posteriores siglos, siendo Anaximandro un excelente, sino el excelso ejemplo de la profundidad de esta mentalidad. Sin embargo, es necesario mencionar que no se trata de una perpectiva homóloga respecto de Homero y la religión arcaica griega; el tiempo y los cambios que lo acompañan necesariamente la han transformado.

Lo que Anaximandro está proponiendo ya no lo dice desde esa "esfera divina" que Platón rechaza (el cual no la rechaza en absoluto, sino que la reformaliza). Ya los presocráticos se distinguen de los poetas arcaicos y clásicos en tanto que extraen el mythos de sus explicaciones o interpretaciones de la physis. Aquí ya el paso hacia un supuesto logos se ha comenzado, y con él un dejar ir de pre-conceptos arcaicos y religiosos que definían la visión de mundo griega.
Pero claro es que, a pesar de que Occidente lo visualize como el paso del mythos al logos, del estadio infantil al estado racional, poco ha cambiado en su contenido, pues es sólo la forma del discurso lo que se altera. El propósito de las afirmaciones continúa siendo "la búsqueda" por causas, razones, explicaciones a lo incomprensible, a lo misterioso, a lo místico, lo inefable. Es decir, en vez de decir GEA o CAOS como origen del kosmos (Hesíodo), los presocráticos dicen ARCHE. Se trata del mismo patrón de pensamiento.

Otro punto muy importante es la cuestión del mythos vs logos en Platón. Lo que hace a Platón un filósofo "no-trágico" no parece depender, según mi opinión y lectura, de su "creencia en el terreno firme del logos". Hay que contextualizar tal palabra, pues el logos no es un evento espontáneo que se dio por sí solo, sino que es una creación discursiva del siglo V a.C. (cf. Detienn, et al). Fue delineado por los mismos intelectuales que deseaban sobreponerse a la poesía y al mythos como institución educativa.

¿Qué es el logos? ¿Qué es el mythos? La segunda es aún más difícil de responder...

El logos es según Platón, leído desde Brisson (Plato, the Myth Maker), un discurso verificable, i.e. se puede decir si es verdadero o falso, deductivo y de argumentación. El mythos es su contrario, verosímil, no verificable y con forma poética. De tal manera que la exclusión de la "intervención divina" no se debe sólo al nuevo "logos". Tal mecanismo es un asunto más complejo. El logos es una circunstancia de la filosofía platónica, quizá no el motor primordial.

¿Y cuál es ese motor primordial? Según mi investigación, traducción, exégesis o como quiera llamársele, Platón, en su teatro antitrágico (Nussbaum), busca reformar la cultura tradicional que marcó su realidad. Busca, a través de sus propios relatos (mythoi) y argumentaciones (logoi), plantear una nueva visión de mundo. Y necesariamente esta nueva visión de mundo debe despojarse de su carácter trágico, pues Platón busca erradicar el miedo e impotencia que rige la vida del griego en favor de un ser actuante, dominador de su vida actual. Detrás de estos discursos se esconde el nuevo rol de un nuevo discurso didáctico: existe la posibilidad de evadir la desdicha a través de la filosofía.

Esta, me parece, es la esencia del filósofo no-trágico, o antitrágico si se quiere.

He aquí el punto de origen de Occidente.

iNEXTERiUS dijo...

Claro Pao, talvez por la ligereza de mi comentario parecí sugerir que en los presocráticos seguía presente la esfera divina (cosa que no creo). Tampoco quise decir que el trabajo de estos sabios puede homologarse al de Homero, sino que hay en ellos una fuerte sensibilidad trágica en la que ocupa un lugar importante el destino (visto quizá de una manera "menos mítica" pues se habla ahora más del devenir, de la circularidad de la vida y la muerte). Pero lo que veo en ellos es una manera de hacer filosofía, o pensamiento, que no se atiene tan firmemente al logos entendido no como razón sino como palabra, discurso, un discurso que, contrario a ellos, Platón pretende más universal y fundamental: el eidos, lo que verdaderamente es (más allá de la palabrería doxástica), es ajeno al devenir, al movimiento, al cambio... Terreno firme, como dije un poco atropelladamente antes...
Por cierto que estoy de acuerdo en que el paso del mythos al logos es una gran mentira. Como decís, uno y otro no son más que el mismo movimiento, la misma digamos búsqueda, pero con distinta forma.
Me gusta mucho la visión de Adorno y Horkheimer según la cual en Homero mismo se encuentra la semilla de la Ilustración occidental.

http://www.amazon.com/gp/reader/0804736332/ref=sib_dp_pt#reader-link

paoravasio dijo...

Sí, a todo.

Pero, de nuevo, lo "divino" no se remite solo a los dioses. Incluye también a lo inefable, lo místico de la physis. Así que quizá los presocráticos algo de esto conservan, escondido bajo un ropaje físico. Por eso la ciencia, se dice, es aún hoy puro mito.

Por otra parte, acerca de Platón, pondría en duda la cuestión de la "teoría" platónica sobre el eidos, y no porque vos lo estás diciendo, sino porque tu comentario me hizo pensar hacia esta dirección.

¿Hasta qué punto existe en el texto original en griego un sistema claro acerca de las Formas? y ¿hasta qué punto es solo una mirada forzada de los "neoplatónicos" que buscan delinear un pensamiento platónico que quizá nunca se dio de la manera que éstos inventaron?

Is it not inevitable that the dialogues, given their elusive character, will always be mirrors reflecting the interpreter? (González, 1995)

Chio dijo...

que me dice "conosco"... conozco?

Anónimo dijo...

estamos en clases



Thor

Anónimo dijo...

Este si es realmente Thor.

Yo no sé mucho hacerca de literatura griega, apenas y se donde estoy sentado ahora, así que no puedo ni soñar en competir con el nivel de conocimientos e inteligencia mostrado en los demás comentarios.
Pero basado únicamente en lo poco que he visto en mi vida, me atrevo a decir que la visión trágica está tan presente en nuestra época como lo estuvo en la de Hesiodo y Homero.
¿Quién no se ha mirado al espejo alguna vez y preguntado cuánto le queda de vida?
¿Cuál de nosotros no suspira al darse cuenta que su cuerpo no es ya tan joven como antes?
¿Acaso quien viaja en avión por primera vez no piensa "espero no ser yo el que muera en este medio de transporte tan seguro"?
¿Para qué intentamos desvelar el mundo sin los dioses?
Pues por que le tememos a la inevitabilidad que éstos representan.
¿qué es la ciencia si no un intento por matar a esos dioses y tomar el completo control de nuestras vidas?
Aún los ateos adoran a al menos tres dioses: el tiempo el azar y la muerte, los tres para siempre unidos en nuestra contra, unos arrastrandonos incesantemente a las fauces del otro.
Me parece siempre que para los griegos, la deidad antropomórfica fué siempre un simple intento de controlar el mundo que los rodeaba.
Es más fácil imaginar que se le hace un sacrificio a algo que piensa y actúa deliveradamente como ellos que a un inmutable fenómeno no pensante.
A decir verdad, puede que los dioses aligeraran un poco la tragedia que era vivir en ese mundo tan lleno de sufrimiento.
Con los dioses existe al menos la posibilidad de tocarles el corazón o de mantenerlos a raya.
Aunque los platónicos parecieran no tener una visión trágica solo la cambiaron de intensidad y de protagonistas.
Yo creo que desde siempre y para siempre el ser humano se verá sometido a la sombra de los terribles dioses.
Perdón por escribir estas tonterías y con tantos errores pero solo eso puedo maquinar por ahora.
Gracias por leer.

JFantasist dijo...

Hola, es Janin

Primero quisiera comentar que el comentario de Thor me dejó sin aliento! Y siento que cualquier cosa que escriba, ya él lo escribió.
Creo que las cosas que pasen a lo largo de nuestra vida (sean buenas o malas) podría ser una convinación de nuestras decisiones y el camino predeterminado que se extiende al escogerlo.
Para poner un ejemplo de esto, alguien que deje el colegio no tendrá un futuro exitoso según se entiende por la razón. Aunque no siempre es así, aquí pienso que es donde juega el destino. Digamos que ese alguien decidió dejar el colegio, y gracias a eso otra puerta se abrió.
Creo que la fatalidad es parte del destino, tomando buenas o malas deciones por igual. Pienso que todo ser humano debe enfrentar la fatalidad en su vida como parte de la condición humana. Es algo natural. Sólo que cada uno tenemos diferentes formas de sentirla o verla, como el dicho del vaso medio lleno o medio vacio. Claro que los humanos necesitamos a algo para apuntar con nuestros dedos para culparlo. Los griegos, como en este tema, culpan a los dioses por sus desgracias. Algunos catolicos igualmente culpan a Dios.
Entonces, como se ha dicho previamente, la tragedia y la fatalidad siempre han sido similares para el ser humano desde el principio. Tristeza, soledad, ansiedad, inconformidad, inseguridad...pero lo que cambia son las circunstancias, a medida que el mundo ha ido creciendo y cambiando, así la mentalidad de los humanos y la cantidad de presión que estas ejercen.
Se que no escribi nada nuevo ni que ayudara mucho, pero esa es mi opinión acerca del tema.

Nope dijo...

Ahora ya no soy un simple anónimo... soy un simple Thor, pero no importa.
Me tomó un poco entender como hacerme de un nombre.